
La historia, entendida como una disciplina consolidada a través de los siglos, con grandes exponentes como Gibbon, Voltaire, Mommsen, también los chilenos Mario Góngora o Barros Arana, es una actividad que proyecta sumo respeto, llena de eruditos, intelectuales, hombres y mujeres de gran conocimiento e inteligencia que nos han legado grandes trabajos. La historia, por otra parte, es reconocida al estar inserta dentro de los contenidos obligatorios de la enseñanza escolar, demostrando la importancia que se le da como formadora de las nuevas generaciones. Además, por si no fuera suficiente, se enseña en las universidades, se entregan premios nacionales de gran prestigio, y sus exponentes son invitados a programas de televisión y distintos medios de comunicación para entregarnos su mirada. Es decir, la historia y sus cultores gozan de respeto, de admiración, y se los aprecia como miembros importantes de la comunidad. Por lo tanto, existe la idea de que tiene un valor, que es importante su conocimiento, y sus sacerdotes custodios, es decir los historiadores, son personas reconocidas dentro de la comunidad. ¿En qué se fundamente este reconocimiento? Es una interrogante válida, toda vez que Chile no está compuesto por una ciudadanía ávida por la lectura de su propia historia.
En un intento por responder la pregunta anterior, creo necesario abordar el nacimiento de la historia en la cultura occidental de una forma breve, sobrevolando de forma somera las distintas etapas documentadas. Remontémonos al inicio, al espíritu griego: ¿por qué fue posible que naciera la historia, como la conocemos hoy, en la antigua Grecia? En realidad, no es la historia tal como la conocemos hoy, pero allí se inicia el proceso de comentar los hechos del pasado remitiéndose a algunas causas fuera de las explicaciones legendarias. Heródoto y Tucírides, los máximos exponentes, eran viajeros, se interesaron en las costumbres de los pueblos bárbaros en medio de guerras con los persas. Clave fue la tendencia al antropomorfismo griego, humanizando a los dioses, haciéndolos cercanos, familiares, de alguna forma conocidos. Las historias de los dioses, con problemas muy humanos, los acercaron a la comprensión del griego común, esfumando las distancias entre leyendas y mitos con la realidad. El hombre deviene en la medida de todas las cosas, y las historias se convierten en Historia… (Continuará)